Recuerdos de Isla Mujeres



Fidel Villanueva Madrid, cronista de Isla Mujeres

La Ciudad de Isla Mujeres
Fundada hace 170 años

Descubrimiento en 1517, fundación en 1850

Con motivo del 170 aniversario de la Fundación de la Ciudad de Isla Mujeres, presentaré a continuación algunos datos sobre ese acontecimiento, los cuales son parte de un extenso trabajo que me llevó muchos años estructurar, hasta lograr lo que es considerado un estudio sobre el origen de la población y el poblamiento de esta localidad.

Antes de entrar de lleno en la materia, haré, a petición de algunos lectores, una aclaración sobre dos de las fechas más importantes que registra la Historia de Isla Mujeres, dado que en ocasiones confunden el Descubrimiento Español con la Fundación de la Ciudad.

A). - En el caso del Descubrimiento Español, ocurrió éste en marzo del año de 1517.
B). - La Fundación de la Ciudad de Isla Mujeres fue en agosto de 1850.
O sea: Hay trescientos treinta y tres años (333), entre uno y otro acontecimiento.
Lo anterior es fundamental tenerlo bien claro, pues por cada una de esas fechas se generó una serie de sucesos históricos que todos los isleños debemos conocer.
Leamos ahora sobre la Fundación de la Ciudad de Isla Mujeres.

Antecedentes

Como antecedentes muy breves anotaré, que hasta 1847 Isla Mujeres era un lugar solitario frente a la costa oriental de la Península de Yucatán, y que nadie hubiera supuesto que un año más tarde existiría un asentamiento humano, donde antes sólo el rumor del mar y el murmullo de la brisa en las palmeras rompía el silencio, en un canto de la naturaleza que parecía eterno.

Sin embargo, las tensiones políticas entre los yucatecos de ese tiempo, cuya clase alta vivía en la opulencia gracias a la explotación de los mayas, desencadenaría una lucha sangrienta que modificaría la geografía política de Yucatán.
Lo cierto es que durante los tres siglos de coloniaje español los mayas se levantaron varias veces, pero siempre fueron sometidos. Pero en esta ocasión, el alzamiento se anotó sonoros éxitos que pusieron a los yucatecos en fuga, igual a lugares del extranjero a donde fueron a refugiarse los más acaudalados, que a puertos mexicanos donde se radicaron quienes no contaban con dinero suficiente para ir más lejos.
El avance incontenible de los mayas, sus sonados triunfos en combate, se debieron al suministro de armas y municiones que recibían de los ingleses de Belice. Gracias a ello, para principios de 1848, salvo Campeche, Mérida y Valladolid no estaban en su poder; y para marzo de ese año, luego de casi tres meses de sitio cayó Valladolid, la ciudad más importante del oriente yucateco, donde habían encontrado refugio miles de habitantes de otras poblaciones en poder de los alzados.

Luego de Valladolid los rebeldes se lanzaron en pos de Mérida, la que no tomaron por razones que se atribuyen a la llegada de la época de siembras, pues abandonaron el frente de batalla que tenían ya en las afueras de esa ciudad.

En el caso del repoblamiento de Isla Mujeres mucho tuvo que ver la debacle de Valladolid, pues la gente, al no poder huir hacia Mérida o Chemax por estar ocupados los caminos, trató de escapar hacia el norte, hacia la costa, haciéndolo en desbandada, llegando a finales de ese mes de marzo algunos cientos de esos desesperados seres hasta el lugar llamado El Cerrito, un promontorio con vestigios prehispánicos rodeado de agua, donde se hicieron fuertes ante el acoso de los mayas, que día y noche intentaban subir la elevación del terreno, siendo rechazados por sus ocupantes con piedras y palos, pues no contaban con armas. No había esperanza de que llegaran tropas a socorrerlos porque al caer Valladolid los soldados de la Guardia Nacional habían desertado, luego de meses de estar sitiados, sin agua, alimentos y salarios. De voluntarios mejor no hablemos.

Volviendo a la costa norte de Yucatán, diré que fue hasta fines de abril cuando barcos de Cuba y Campeche trasladaron a los sobrevivientes a Isla Mujeres, que fue escala para una mayoría que siguió huyendo al sur, hacia Cozumel y lugares de Belice, donde fundaron nuevas poblaciones, como Sarteneja.
Los sobrevivientes de la odisea vivida por más de un mes sobre El Cerrito, destacaron la muerte de 30 personas diarias, en promedio, a consecuencia del sol canicular de abril, de enfermedades, heridas infectadas, hambre y sed, siendo los niños y los mayores quienes aportaron el mayor número de defunciones.

Es importante añadir, que quienes se refugiaron en las islas fueron mayormente mestizos, como lo demuestran las relaciones de habitantes y censos de ese tiempo, eliminándose así la tesis, sostenida muchos años, de que quienes se asentaron en las islas a consecuencia de la guerra fueron blancos o españoles.

A mayor claridad, el conflicto, que para algunos no fue Guerra de Castas de Yucatán, sino Guerra Social, enfrentó a varias castas encabezadas por los llamados blancos o “ladinos”, siguiéndoles los criollos, los mestizos, los indígenas o macehuales, así como los pardos y mulatos, que eran etnias poco representativas en número.

Entre todas esas clases sociales la de los mestizos no era apreciada ni por blancos ni por mayas, por la sencilla razón de ser resultado de la mezcla de ambos. Fueron por lo tanto quienes mayores atrocidades sufrieron por parte de los bandos en conflicto.

Reitero entonces, que fueron mestizos los fundadores de la Ciudad de Isla Mujeres, y añado que eran todos Labradores de la Tierra, por lo que debieron adaptarse al medio.

Fundación del Poblado de Dolores, en Isla Mujeres

Debo dejar claro también, que en 1850 no se fundó Isla Mujeres, sino un pueblo en su parte norte, al cual se le dio el nombre de Dolores para exaltar el lugar donde el Cura Miguel Hidalgo inició la lucha de Independencia.

La fundación oficial fue mediante decreto, que se dio luego de insistentes peticiones que los pobladores realizaron ante el gobierno yucateco a partir de 1847.  Esas peticiones y solicitudes de auxilio de los refugiados en la isla eran como gritos en el desierto, pues ocupado como estaba el gobierno con la guerra ninguna atención les daba.

La figura más relevante en Isla Mujeres en esos años lo fue Bartolomé Magaña, un sastre-pescador campechano que cargó sobre sus espaldas al nuevo poblado, apoyado por un grupo de personas a las que trataba como a su Cabildo, pues todo les consultaba.
Otro tema poco conocido cuando se habla de la fundación de la Ciudad de Isla Mujeres es el religioso. De acuerdo a documentos en mis archivos, el apoyo de la iglesia católica fue clave para que se emitiera el decreto. Cito como ejemplo que, al aprobar la legislatura yucateca el instrumento de ley, de inmediato, el 20 de agosto de 1850, el Obispado de Yucatán emitió un comunicado orientado a encontrar a algún sacerdote dispuesto a hacerse cargo de la grey católica isleña.
Publicado el 21 de agosto de 1850, el texto es el siguiente:

“SECRETARÍA DEL OBISPADO

El vecindario de Isla Mugeres que ya es numeroso, perteneciente a esta Diócesis, pide al Excelentísimo Señor Obispo, por el órgano de su Juez de Paz, un sacerdote que le administre los Santos Sacramentos. La Congrua (oportunidad, conveniencia), que se propone es competente y al parecer segura. En virtud de esto, Su Señoría Ilustrísima me manda invitar por el presente aviso a los señores eclesiásticos que quieran optar el destino, para que acercándose a esta oficina, se impongan de la mencionada congrua (renta, percepción económica), y demás ventajas para la inmediata provisión.
Mérida Yucatán 20 de agosto de 1850. - Diego Lorena. - Oficial Mayor de la Secretaría del Obispado.-“

Como sabemos, la religión católica era única y obligatoria en aquellos años en México.
Por otra parte, debo añadir que quienes fundaron la Ciudad de Isla Mujeres, fueron guardianes de nuestra soberanía en el litoral oriental yucateco, pues para 1850 las ansias expansionistas de los británicos ya habían rebasado con creces la ribera del Río Hondo, lo cual era denunciado constantemente por los yucatecos. Como prueba de lo anterior, señalo que el miércoles 12 de mayo de 1850, en su edición No. 271, el Boletín Oficial del Gobierno del Estado de Yucatán informó que:

“Desde 1848 el Cónsul Americano en Belice, Mr. Hempstead escribió varias notas a Mr. Buchanan, Ministro de Estado en Washington, informándole de los socorros ingleses a los indios y le manifestaba su opinión última de que deseaban establecer un protectorado sobre aquellos indios como lo habían hecho en el territorio de los Mosquitos; y le advertía que de lograrlo la Gran Bretaña tendría la entera posesión de la costa del Atlántico desde León de Nicaragua hasta el Cabo Catoche.”

Con el pretexto del corte del palo de tinte, los británicos habían ocupado varios puntos de la costa oriental yucateca, y ese mismo año de 1850, se denunciaba que hasta 700 cortadores del llamado Palo de Campeche se encontraban asentados en el Cabo Catoche, y que “indios mayas” les ayudaban en la tarea, a cambio de apoyo a su causa.
Fue por ello que desde Yucatán vieron con buenos ojos el repoblamiento de las islas, donde el fenómeno migratorio presentó sus más altos indicadores entre 1847 y 1850.
Por fin, el 17 de agosto de 1850 el Congreso del Estado de Yucatán mediante decreto dispuso:

“Artículo 1º. El punto actualmente habitado en la parte septentrional de Isla Mujeres se erige en pueblo con el nombre de Dolores y corresponderá al partido de Tizimín.”

El documento de cuatro cuartillas, establece una serie de concesiones y exenciones que vale la pena analizar por separado, para comprender el complejo entramado de intereses y motivos que sustentaron cada una de las disposiciones que se consideraron.
Sin abundar mucho, haría notar que a los pobladores les quedaron todas las responsabilidades, desde el trazo a cordel del poblado, la disposición de las áreas públicas, la construcción de una casa pública, una escuela, un cementerio y un cuartel, así como colocar el mejor ornato posible a la nueva población.
Luego de ser aprobado por el Congreso, el Decreto entró en vigor el día 21 de ese mismo mes, al ser publicado por el gobierno de Yucatán, el cual estaba a cargo del Sr. Miguel Barbachano y Tarrazo.
Pero dejaré aquí los comentarios al decreto, haciendo compromiso de tratarlo a detalle en próxima ocasión, y pasaré a consignar:

Quienes llegaron primero…y quienes se quedaron

En mi búsqueda de información sobre la fundación de la ciudad, debí recurrir a investigadores como Michel Antochiw (+), quien siempre, de manera amable me apoyó, tanto con información histórica, como abriéndome las puertas de otras fuentes documentales en México y en el extranjero.
Porque soy de los que tiene presente que la gratitud es una gran virtud humana, se la reitero a Michel Antochiw desde estas líneas, por los tantos años que me ayudó en la difícil labor de localizar datos sobre esta región del Caribe donde se ubica Isla Mujeres, sobretodo porque no contamos con archivos históricos en la localidad.
Igualmente, eterna gratitud guardo para historiadores e investigadores como María Teresa Gamboa (+), los arqueólogos José Luis Ruz Escalante, Luis Leira Guillermo (+), Luis Aveleyra Arroyo-de Anda (+), y Enrique Terrones González, entre otros.
Con su sapiencia, y con el sustento de fuentes documentales como son las primeras relaciones de pobladores de Isla Mujeres (1850-56), de los Registros Civiles de Cozumel, Valladolid, Mérida, y de la propia Isla Mujeres, así como en un Censo publicado en 1866, pude definir los primeros apellidos y nombres que se escucharon luego de 1847 en esta isla, los cuales relacionaré, incluyendo en algunos casos el origen.
Debo decir también que gente capacitada como las señoras Leticia Rodríguez Medina y Marina Ávila Canto, me ayudaron en la minuciosa labor de revisión de actas antiguas, para que luego de 8 años pudiéramos establecer que, entre 1850 y 1870, fueron registrados en Isla Mujeres hasta 468 habitantes, con sólo 126 apellidos diferentes.
A efecto de conocer también la ascendencia étnica de los fundadores de esta ciudad, señalaré que, de los 126 apellidos registrados, 106 son de origen hispano, y los otros 20 maya; o sea, solo el 19 % de los nuevos pobladores eran de la misma raza que los sublevados, mientras que la gran mayoría era de ascendencia mestiza.
Añadiré que de los 126 apellidos 40 resultan los más prolíficos, repitiéndose en las dos décadas 3 o más veces, por lo que deduzco que esas familias eran las más numerosas en Isla Mujeres en la época que nos ocupa.
De todos, el apellido Rodríguez es el que con mayor frecuencia aparece, (13) seguido de Gómez (12), Martínez (10), Perera y Ávila (8), Pérez y Rivero (7), Magaña, Coral y Paz (6), Pastrana, Osorio, Trejo, Castilla, Díaz, Aguilar y Argüelles (5), Novelo, Allen, Chalé, Tuz, Azueta, Villanueva, Sabido y Sánchez (4), Ancona, Basto, Brito, Caamal, Castro, Escalante, Godoy, Garrido, Kumul, Maldonado, Ojeda, Povedano, Velázquez, Xooc y Cupul (3, cada uno).
Basándome en lo anterior, pude definir como apellidos que han prevalecido hasta nuestros días los siguientes:

Ancona Arguelles Ávila Azueta
Basto Canto Castilla         Castro
Celis Coral Díaz         Delgado
Encalada Fernández       García Garrido                Gasca Gómez Magaña         Martín          Martínez  Nájera Novelo Osorio          Pastrana Paz Pérez Povedano               Rivero Rodríguez Rosado         Sabatini             Sabido Sánchez Tejero Trejo         Velázquez  Xooc Zetina 

Algunos de ellos dejarán de escucharse, ya que son llevados en nuestros días por línea materna. Ejemplo de lo expuesto son los apellidos Sabido y Azueta.
Incluyo los de Delgado, Tejero y Xooc como de fundadores, pues aun cuando no aparecen en censos o listas, son citados en actas del Registro Civil Histórico en varias ocasiones como residentes de la isla desde 1850.
En cuanto a los primeros en llegar entre 1847 y 1850, pude establecer que fueron las siguientes personas:
Bartolomé Magaña, que contaba con 31 años cuando vino de Campeche en 1847, y quien se casó con la Sra. Carlota Novelo, originaria de Valladolid.
Pedro Román Aguilar, otro vallisoletano, quien en 1850 contaba con dos hijas: María y Albina de 20 y 22 años respectivamente.
Martín Ancona Ortiz, el cual, en el año de referencia, aparece registrado con 28 años. Hago un paréntesis para señalar, que contrario a lo que se cree, el apellido Ancona sí es de fundadores. Que hayan emigrado unos años a San Pedro, Belice; a Cozumel, Payo Obispo y particularmente a Holbox no les quita el mérito.
Retomo el tema para citar a Saturnino Argüelles, originario de Dzemul, de 17 años en ese entonces. Asimismo, José María Azueta, de 24 en esa fecha, de origen español. Sin salirme del año mencionaré que también fueron fundadores, Josefa Baeza, natural de Izamal, de 28 años; Isidra Canto, de Telchac, con 16; Fernando Cetina de Valladolid, con 22; Juan Coral de Dzidzantún, que contaba con 14; Juan Cupul de 13; Faustina Chalé de 20; Mateo Chan Salazar de 16; Secundina Franco de 13; José García Moreno de 15; Silveria Garrido de 12; Gregorio Gasca de 19; Laureana Martínez, de Dzidzantún, de 16.
Seguiré con Isidoro Novelo de Valladolid de 24; Isidro Novelo May de 13; Timoteo Paz de 30 años, quien vino de Dzemul; Juana Pereira de 22; Tomasa Perera de 42, originaria de Valladolid; Felipe Rodríguez de 16; Bartolomé Rodríguez de 15; José María Rodríguez de 14; Pedro Povedano, cuya edad frisaba en los 50 años, se dedicaba a la pesca, se decía nativo de las Islas Canarias, y gustaba platicar de sus aventuras con los piratas. 
Concluiré con Facundo y José Julio Rosado de 15 y 13 años respectivamente; Luis Sánchez de 15; María del Carmen Tah de 12; María de Jesús Trejo de 16 años, quien vino de Dzidzantún acompañada de Atilano Trejo, su hermano de apenas 11 años; de la misma manera llegaron otros hermanos, Miguel y Manuel Tuz, de 13 y 15 años cada uno; también Marcelina Uc de 13; y cerramos la lista de los primeros isleños con Romualdo Velázquez, quien en 1850 ya tenia 36 años de edad.
Luego, al disminuir el conflicto entre las partes, los mayas fundadores emigraron; unos a Yucatán donde se ganaba bien porque iniciaba la época de oro del henequén, y otros hacia la parte continental de nuestro municipio, donde la explotación del palo de tinte y de otros recursos forestales cobró singular auge. Ejemplo de lo anterior es el apellido Tah, muy común hoy en Kantunilkín, municipio de Lázaro Cárdenas.
No olvidemos que, por el palo de tinte y las maderas preciosas primero, y el chicle después, florecieron poblados como el denominado Rancho Islote Chacmuchuch, que llegó a registrar más de 1000 habitantes (1896); también Punta Arenas, que informó de más de 200 pobladores en sus buenos tiempos; el Vista Alegre – Punta Chen, que registró 135; Holbox con 30; Punta Alegre con 33; Chiquilá (antes Nueva Málaga), con 6; Río Turbio con 9; datados estos últimos en 1866, así como otros de menor cuantía poblacional.
Por otra parte, entre quienes llegaron a causa de la Guerra de Castas había hombres jóvenes que huían del reclutamiento; así como huérfanos, inválidos, viudas y viudos. Aun cuando es bastante escasa la información sobre la Isla Mujeres de la segunda mitad del siglo XIX, en materia de censos de población tenemos que el primero citado es el que se realizó en 1850, y que luego se hizo otro en 1862, mas sus resultados fueron cuestionados e incluso desechados. El conteo de ese año señaló que en Isla Mujeres había 539 habitantes, en Cozumel 709 y en Holbox 34.
Para 1865 Salazar Ilarregui, Comisario del Imperio en Yucatán, dispuso la realización de otro censo, el cual estuvo a cargo del Sr. José Eugenio Rodríguez, un meridano que la hacía de Juez del Registro Civil en la localidad. El levantamiento fue reportado con fecha 18 de octubre de ese año y publicado en 1866. A nivel municipal Isla Mujeres registró un total de 718 habitantes, incluidas las poblaciones anexas que eran:

Población No. De Habitantes

Punta Chen 135
Punta Alegre x33
Holbox         x30
Rancho Lab – Cah x19
Rancho Río Turbio x09
Punta Tunich x08
Rancho Santa Fe x07
Rancho Chiquilá x06
Rancho Santa María x03

El poblado de Dolores reportó 468 habitantes, de los cuales 247 eran de sexo femenino y 221 masculino. Entre sus indicadores finales el precitado censo destacó que la población del municipio la componían:

Varones Blancos 199
Varones Indios x59
Hembras Blancas 254
Hembras Indias x88
Niños de Ambos Sexos 118

Por sus carencias mentales y físicas se reportó a dos locos, y a un ciego.

A pesar de la pandemia del cólera

Como vemos, los fundadores de la ciudad de Isla Mujeres fueron un grupo heterogéneo de gente que llegó de varios puntos de la Península de Yucatán.
Su origen racial fue mayoritariamente mestizo, por lo que su bagaje cultural era el mismo, en cuanto a usos y costumbres, que se enriquecieron con lo que aportaron los pescadores cubano-españoles que frecuentaban Isla Mujeres en ese tiempo.
Lo cierto es que es a ellos a quienes les debemos artes, técnicas pesqueras y conocimientos marinos, que ayudaron a que, en unos años, a pesar del asilamiento y la agresividad del ambiente, cuatro centenares de refugiados encontraron en la pequeña ínsula el remanso de paz que buscaban al huir de los horrores de la guerra.
Pronto se acostumbraron a los huracanes, que en la década de 1850-60 se les presentaron en dos ocasiones.
Su estatura como seres humanos valientes y decididos se agiganta cuando recordamos que sufrieron en esos años una mortal pandemia, la del cólera, que diezmó a la humanidad por décadas, y que sólo fue controlada cuando se encontró la cura para el terrible mal.
En fin, ojalá lo expresado sirva para dimensionar, comprender y reconocer lo que sacrificaron los fundadores para poner las bases de la moderna ciudad donde vivimos.
La clave de su éxito se basó en la unidad. Esto es algo que mucha falta nos hace ahora.
Cierro aquí este escrito como homenaje a los 170 años de la Ciudad de Isla Mujeres. Lo dejo al escrutinio de quienes lean. Agradeceré disculpen las omisiones o errores involuntarios que pueda contener.
Y va mi enhorabuena por el esfuerzo que el gobierno municipal realiza para que la fecha no pase desapercibida, agradeciendo una vez más el apoyo que brindan a mi labor.

Fidel Villanueva Madrid.
Cronista de Isla Mujeres.
Agosto de 2020

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